Enlace a la entrevista al Sr. Bernat Serdá en La Vanguardia
Carta de AVATMA en respuesta a las declaraciones del Sr. Bernat Sardá, presidente del Colegio de Veterinarios de Girona
Fuente: AVATMA
Independientemente de que los veterinarios debemos o no amar a los animales, cuya salud y bienestar depende de nosotros y de sus propietarios, creemos que sus opiniones no pueden ser las esperadas de un representante de los órganos colegiados de nuestra profesión, y en concreto de un presidente de un colegio provincial, que además forma parte del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España. Usted, ostentando estos cargos y pensando como piensa, no puede ser representante de nuestra profesión.
Los conocimientos científicos que manejamos en la actualidad sobre la neurofisiología de los animales, sean de compañía o domésticos, evidencian que usted dejó de ser veterinario hace muchos años. Usted desconoce la realidad de nuestro sector, y la de los miles de compañeros y compañeras que todos los días velan por el bienestar de sus pacientes, y los dramas que muchos de nosotros vivimos junto a sus propietarios en nuestro trabajo. No pretendemos que usted ame a los animales, pero sí le exigimos algo tan sencillo como un mínimo de empatía, que es algo tan fácil como ponerse en el lugar del otro, aunque ese otro pertenezca a otra especie.
La desconsideración por su parte hacía una parte de nuestro colectivo, y en concreto hacía las miles de mujeres que mayoritariamente forman parte de él, es más que evidente. Reflexione sobre lo que ha dicho, señor Bernat. Ellas son, en gran medida, las “culpables” de los importantes cambios que se están produciéndo en nuestra profesión y de los que quedan por llegar.
Lo que sería poco profesional no es negarse a sacrificar animales enfermos, sino aceptar sacrificar animales que además de estarlo podrían tener cura, o que padeciendo una patología crónica puedan tener una buena calidad de vida con los cuidados veterinarios adecuados. De hecho es para lo que muchos de nosotros nos formamos y trabajamos todos los días.
Resulta evidente, señor Bernat, que usted no sabe distinguir lo que es eutanasia de lo que es sacrificio. Ningún veterinario negará jamás la eutanasia a un animal que padece una enfermedad terminal que no podrá superar, y que le provoca un sufrimiento inútil. No existe la objeción de conciencia en estos casos, pero debería existir cuando se nos pide el sacrificio de un animal que no debe morir. Desgraciadamente no todos los veterinarios cumplen con esta parte fundamental de nuestro código deontológico.
No existe la sensiblería urbanita, sino un mayor grado de cultura y de consideración hacia los animales en el medio urbano que en el rural, ése en el que vivía la burra de su tío Lenci y que tiraba del carro en aquellos años en que, para las labores del campo, no existían otras alternativas, mientras sus perros, seguramente parasitados y desnutridos, correteaban por debajo, y se acercaban a frotarse, probablemente, para aliviar su prurito crónico.
Nuestros perros y gatos tienen hoy, aunque no todos, una calidad de vida digna, como seres sintientes que son, conseguida a base de empatía y de cariño por parte de sus propietarios y de todos aquellos veterinarios que desde la década de los años setenta decidieron dedicar su carrera profesional a su atención, estando hoy en la vanguardia de la profesión veterinaria a nivel mundial. Declaraciones como las suyas no nos van a hacer bajar de ese tren que algunos de nosotros tomamos hace años y que llevará a una mayor consideración de nuestra sociedad por los animales, por todos ellos.
Nuestros perros y gatos viven sanos y felices la mayor parte de su vida, por lo menos en lo que usted llama mundo urbanita, en el que se hace necesario el control de la natalidad por el altísimo número de abandonos y de camadas no deseadas que se dan, y que precisamente suelen salir de ese medio rural al que usted se refiere y que parece que le gusta recordar.
No queremos cachorros de perros y de gatos metidos en un saco con piedras y tirados a un río, no queremos perros con tiros en la cabeza cuando su vida “útil” se terminó, no queremos animales incontrolados, atropellados y muertos que llenan las carreteras tras ser abandonados, no queremos perros a los que les sacó el gusano de la lengua para curar su moquillo, no queremos perros desparasitados con perejil, no queremos albergues y perreras llenos de animales que nacieron de partos fruto de su “libertad sexual” y privados de una vida digna, aunque ésta sea un poco diferente de la de “Golfo” y “Reina”, que seguramente tuvieron decenas de hijos a lo largo de sus años de vida y que vaya usted a saber qué fue de ellos.
Afortunadamente los tiempos en que los veterinarios lo eran de todas las especies, están muy próximos a desaparecer, porque desde hace años trabajamos en la especialización profesional, la única que puede proveernos de una excelente capacitación profesional en la atención de todos y cada uno de nuestros pacientes, y de todas aquellas ramas de la sanidad que nuestra profesión tiene encomendadas.
Maltratar a un perro o un gato no es tenerlos encerrados en un piso, porque no lo están. Maltratarlos es no dotarlos de los cuidados necesarios para que tengan una vida acorde con sus necesidades. Los veterinarios somos capaces de saber si nuestros animales de compañía son felices, somos capaces de reconocer sus necesidades, y somos capaces de trabajar en lo que se conoce como una tenencia responsable. También lo son la mayoría de los que un día optaron por ser sus amos o propietarios, o como usted quiera llamarlos.
Usted dice que trabajó en mataderos, pero quizá, además de trabajar para garantizar que los animales sacrificados estuvieran sanos, debería haberse preocupado de que recibieran una muerte digna y exenta, en lo posible, de sufrimiento, y no solo por la salud de su carne. Esperamos que lo hiciera, aunque sus declaraciones nos hagan dudar al respecto.
Los veterinarios, hoy en día, afortunadamente, vemos más animales vivos que muertos, y es a lo que nos hemos acostumbrado. De hecho nos preocupamos para que vivan el mayor tiempo posible exentos de maltrato y de sufrimiento, en definitiva siendo felices, aunque usted no dé crédito a lo que le estamos diciendo.
Sobre sus comentarios machistas sobre los mareos y repugnancias que muestran algunas compañeras, le sugerimos que se retracte de sus declaraciones. Y sentimos ser tan explícitos.
Sobre la sección de sexología y de sus respuestas en la misma, preferimos no pronunciarnos.
José Enrique Zaldívar Laguía. Presidente
Virginia Iniesta Orozco. Vicepresidenta.
Lina Sáez de Antoni. Secretaria.
Respuesta del Consejo de Colegios de Veterinarios de Cataluña
Barcelona, 11 de septiembre de 2015. El Consejo de Colegios de Veterinarios de Cataluña manifiesta que
No compartimos las opiniones personales que Bernat Serdà expresa en la entrevista concedida a la Contra de la Vanguardia. Sus palabras representan sólo a él mismo y están alejadas del parecer mayoritario del conjunto de la profesión.
Tal y como él dice, los veterinarios somos los médicos de todas las especies animales menos una y justo por eso, entendemos nuestra profesión desde la alta responsabilidad de velar por una sola salud, sabiendo las interacciones entre el bienestar y salud de las personas y de los animales.
La profesión veterinaria es muy amplia, desde los veterinarios de explotaciones agropecuarias hasta los del control en el ámbito de la salud pública. Y sin duda, el trabajo de los veterinarios que cuidan de las mascotas es la que conlleva una relación más emocional con el animal y su propietario. Es más, la experiencia nos dice que el trato personal y la estimación hacia la mascota es lo que más valora el propietario en su relación con el veterinario.
Entendemos, por tanto, que este vínculo emocional, más allá de la profesionalidad del veterinario, es lo que suma y lo que debemos promover.
Sobre la convivencia de mascotas en pisos debemos decir que el CCVC promociona y recomienda la tenencia responsable de animales de compañía, que abarca desde la recomendación de identificar el animal hasta el proporcionarle bienestar y calidad de vida dignas.
Hay que remarcar, asimismo que la objeción de conciencia no es ningún derecho reconocido en la profesión veterinaria. Es más no está contemplado en las Normas Deontológicas Comunes a la Profesión Veterinaria Catalana. Y más allá de este aspecto legal, el conjunto de la profesión vela por el cuidado de los animales, para que tengan una vida digna y evitando sufrimientos innecesarios.
Por último, como miembros de una sociedad, la nuestra, libre y democrática, celebramos la incorporación, desde hace décadas, de las mujeres en el mundo del trabajo. Es más, creemos que hay que seguir trabajando, desde todos los ámbitos, en la plena y real igualdad de oportunidades de hombres y de mujeres.